sábado, 6 de octubre de 2012

Omisiones de la normalidad: las elipsis de Lucrecia Martel




Lo crucial coincide con lo borrado: la experiencia traumática que el «sentido común» -lo que Stuart Hall llama "inconsciente de la ideología"- prescribe olvidar. El presupuesto de olvidar lo antes posible es la exculpación, el desentendimiento de una responsabilidad ante el otro. 

Tranquilizarse es reducir, negar, crear coartadas: «habrá sido un perro» dicen quienes no quieren escuchar que en el lugar de la ausencia hay primero un crimen. 

Mejor obviar o, lo que viene a ser lo mismo, no preguntar. Nada. Seguir viviendo como si no pasara nada. Aunque los indicios estén ahí. Al menos, hasta que alguien se apresure a deshacerse de la memoria del daño. De sus rastros inquietantes. De lo que la subjetividad cínica rechaza: «todo marcha; no hay de qué preocuparse». También el remordimiento de no saber pasará. Hasta el malestar de la sospecha. 

La economía de la elipsis es lo que permite mostrar a Lucrecia Martel lo omitido. Hacer visible lo desapercibido; aquello que la discreción opta por ocultar. 

Pero las manitos en el vidrio están ahí. Encarnan lo Real. Lo que la normalidad omite: el crimen cotidiano -los desaparecidos de nuestro tiempo. La vida que exhibe su oquedad. 


A.B.



«La mujer sin cabeza» -Lucrecia Martel (2008)




2 comentarios:

çç dijo...

preguntemos

salud arturo

Arturo Borra dijo...

Claro que sí Rider... Mientras haya pregunta habrá una salida posible; una promesa al menos de una respuesta diferente.

Un abrazo y gracias por pasarte!

Arturo